Lauren from Providence, RI (En Español) | Facing History & Ourselves
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Lauren from Providence, RI (En Español)

In Spanish, in this personal narrative a young adult reflects on the assumptions made about her as the daughter of a Chinese parent and her experience living with cerebral palsy.
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This resource is intended for educators in the United States who are applying Spanish-language resources in the classroom.

At a Glance

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Language

Spanish

Asunto

  • English & Language Arts
  • Culture & Identity

De niña no pensaba mucho sobre la identidad. Fui a una escuela católica bastante tradicional hasta el octavo grado y no se hablaba sobre la identidad. Había esta suposición de que me iría bien porque mi mamá es de China. Mi mamá siempre estaba en contacto con mi maestro para ver cómo me iba, así que encajaba en el estereotipo de la “mamá tigre”. ¿Pero no es eso lo que cualquier madre haría si tuviera una hija con una discapacidad?

En la secundaria, estudié mandarín

e hice un viaje escolar a China. Estaba súper emocionada. Nunca había ido y siempre quise ir. Cuando llegué allí, me enteré de que, debido a la política de
un solo hijo en China, si una familia, especialmente en las zonas rurales,
tenía un niño con una discapacidad, normalmente te enviaban por el río. Literalmente por el río. No querían que
su único hijo fuera discapacitado. Eso me rompió el corazón. Mi mamá vino
de Hong Kong a los Estados Unidos con esa mentalidad y luego me tuvo a mí.

Nací con parálisis cerebral. Es una discapacidad permanente. Puedo participar muy poco en cosas normales, cotidianas. Nunca podía salir a corretear durante el recreo. Nunca podía ir al campamento de verano.

Las personas con discapacidad son percibidas como “lisiadas” (una palabra que se utiliza con demasiada frecuencia), como incapaces de ser miembros independientes y productivos de una comunidad. Al mismo tiempo, tuve que luchar contra el estereotipo de ser una chica y “frágil”. Nunca me enseñaron nada sobre el feminismo. “Feminismo” era una mala palabra; significaba ser una odiadora de hombres. Nunca fui lo bastante femenina para mi familia. Cuando las chicas se peleaban, inmediatamente iban a las redes sociales y escribían un estado confuso, pasivo agresivo en Facebook, algo así como “Sí, los buenos amigos vienen y van”. Así es como se espera que sean las chicas (frágiles, maliciosas, débiles) y yo no lo soportaba.

Nunca me percaté de que tenía una discapacidad permanente hasta los diez u once años de edad. Llevaba haciendo bastante terapia física y pensé que si seguía con eso, algún día, mi discapacidad desaparecería. Cuando me di cuenta de eso empecé a pensar en lo que verdaderamente significa la capacidad. Empecé a ver cosas a mi alrededor que eran incapacitantes. Por ejemplo, en nuestro laboratorio de química había un póster con braille en la parte superior e inferior que decía: “No olvide utilizar gafas de protección. ¡A menos que quiera tener que leer en braille!”. Entonces, ¿qué estás diciendo: que es un castigo ser ciego?

Soy de Nueva York, y hay cientos y cientos de estaciones de metro 1 en los cinco distritos, pero muy pocas tienen ascensores. Las personas con discapacidades son, con mucho, la minoría más numerosa en el mundo y son los menos representados en la vida diaria. Así que el hecho de que casi ninguna de las estaciones del metro en la ciudad de Nueva York sea accesible es un problema para nosotros.

¿Cómo se espera que podamos enfrentarnos a algo si ni siquiera podemos estar en pie? Piense en la Marcha de las Mujeres. Aunque tenía muchas ganas de ir, no podía. Había demasiada gente en las calles, así que no era seguro para mí. No podía seguirle el paso a la gente.

Sin embargo, parte de la razón por la que estoy aquí hoy es porque tuvimos muchos privilegios socioeconómicos. Como tuve tantos problemas médicos, soy muy afortunada de que a mis padres les haya ido bien, se hayan jubilado jóvenes y pudieran dedicarse a ser padres de tiempo completo. Pero no sentí que pudiera disfrutar de ese privilegio. Por ejemplo, en el colegio nunca me aceptaban en las actividades extracurriculares. Esa intersección entre capacidad y privilegio siempre ha sido un conflicto.

Sentirse cómodo hablando con personas con discapacidades añade visibilidad. Porque mientras menos se hable de ello, mientras menos se pregunte, mientras más se utilicen palabras suaves como “discapacitado”, más invisibles se vuelven nuestras historias y experiencias. No me importa cuando mis amigos me preguntan: “Lauren, ¿eres discapacitada?”. No me ofende, porque es verdad: Sí tengo discapacidades. Solo no me gusta que digan “Ah. ¿Qué ocurrió? ¿Cuál es el problema?” con la suposición de que algo me ocurrió, cuando la realidad es que nací así. 2

  • 1De las 472 paradas de metro de la ciudad de Nueva York, el 80 % eran inaccesibles para las personas con discapacidad en el 2017.
  • 2Tomado de Winona Guo y Priya Vulchi, Tell Me Who You Are: Sharing Our Stories of Race, Culture, and Identity (New York: Penguin Publishing Group, 2017), 86–88. Reproducido con autorización de TarcherPerigee, un sello de Penguin Publishing Group, una división de Penguin Random House LLC. Todos los derechos reservados.

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